diumenge, 8 de juny del 2008

Paris, Texas

Paris-Texas. Es mi peli favorita de todos los tiempos. Ésta es una afirmación difícil. Trataré de explicar el porqué de mi fascinación por esta obra maestra, una de aquellas cintas que nos hace agradecer a sus responsables habernos proporcionado un momento maravilloso del séptimo arte.

Seguro que muchos de vosotros recordaréis la cabecera del famoso programa Documentos TV en los años 80. Yo era un niño entonces. Para mí significaba el fin del día, el inicio de los misterios de la noche, la hora de irse a la cama. Pero siempre me quedaba hipnotizado con la niebla que aparecía en la pantalla y los primeros acordes de guitarra. En aquel momento no sabía que se trataba de la banda sonora original que compuso Ry Cooder para la película. Años más tarde, cuando descubrí de dónde provenía la sintonía de este programa que envolvía de niebla y misterio mis breves noches infantiles, me propuse firmemente que debía ver esa película. Si la música provocaba tantos sentimientos en mí supuse que el film debería hacer lo mismo. Pasaron algunos años más. Pregunté a amigos: ni idea. Busqué en Videoclubs de barrio: descatalogada. Busqué en tiendas especializadas: podían traerla de importación a un precio desorbitado. Descartado. Eran otros tiempos: Internet estaba en pañales, en los Videoclubs dominaban por goleada los VHS, no existía el Emule.

Poco tiempo después, tendría 18 o 19 años, conseguí comprar la peli a buen precio. La habían reeditado, en VHS, por supuesto.

La vi solo, de madrugada, a oscuras. Quedé impresionado. Había superado mis expectativas. La historia, el tempo lento, los paisajes, la música, la fotografía y Nastassja Kinski me habían fascinado.

Desde entonces la recomendaba a todo el mundo. La volví a ver con mi mejor amigo. La presté a todo aquel que tuviera un mínimo interés por el cine… hasta que el vídeo caníbal de mi amigo Santi la hizo pedazos. Le dije que no pasaba nada. Mentí: estaba jodido, muy jodido. Años después me la volvieron a regalar (de nuevo en VHS). Y ahora no la presto sin asegurarme de las condiciones del aparato en que va a ser reproducida. Además, por suerte, casi nadie hoy tiene VHS.

Bueno, y hasta aquí mi nostálgico relato sobre mi personal acercamiento a Paris, Texas. Ahora hablemos un poco sobre ella. Es una producción de 1984, dirigida por el alemán Wim Wenders (El amigo americano), ganadora de la Palma de Oro en Cannes de ese año. Está protagonizada por Harry Dean Stanton (Travis), Dean Stockwell (Walter) y Nastassja Kinski (Jane). La famosa banda sonora es del citado Ry Cooder. La impresionante fotografía es obra de Robby Müller. El guión está firmado por el músico, dramaturgo, actor, director y novelista Sam Shepard. De hecho, Wim Wenders ha reconocido que el sustrato literario del guión y el film son las Crónicas de motel de Shepard, un conjunto de relatos cortos autobiográficos y poesías ubicadas en los áridos parajes de Texas y California.

El argumento es el siguiente: un hombre es encontrado en un puesto de socorro de la desértica frontera entre Arizona y México. Parece amnésico y no habla. Su hermano acude a buscarlo y lo lleva a su casa de Los Ángeles. Poco a poco el desmemoriado protagonista va recordando su vida y el motivo de su huída. Ha estado cuatro años fuera y debe ganarse la confianza de su hijo de 8 años, que ha convivido con su hermano y la mujer de éste. Finalmente decide buscar a su mujer.

Sólo por la primera escena, con los acordes de Cooder y la progresiva focalización de la cámara desde el plano general del desierto hasta el protagonista y su rostro, ya vale la pena ver la película. Visualmente es impresionante: las interminables carreteras entre desiertos, los moteles polvorientos, las tormentas en el horizonte… Además de la citada, el film tiene varias escenas memorables: el visionado del Super8 en el que toda la familia estaba unida, junto a la melancólica melodía sureña titulada “Canción Mixteca” emociona al tipo más duro; el paseo de regreso del colegio en el que padre e hijo hacen monerías, cada uno por una acera; y, finalmente, la recordada secuencia del reencuentro entre el protagonista y su mujer en el Peep-Show.



Temáticamente la película es un drama familiar (una separación y un reencuentro), pero es mucho más: la relación paterno-filial y entre hermanos, la necesidad de huir y de encontrarse a uno mismo, la expiación en la madurez de las insensateces de juventud, etc. Incluso se pueden aportar bases científicas para la enigmática huída del protagonista. En Psicología se conoce como Trastorno por Fuga Disociativa. Literalmente es lo que hace Travis: un buen día huye de casa, inesperadamente, con lo puesto. No sabe adónde va; durante el tiempo que permanece fugado no recuerda su vida; la fuga suele responder a hechos traumáticos. Según he leído, la Fuga Disociativa afecta al dos por mil de la población. Supongo que a todos nos ha pasado por la cabeza alguna vez huir. Simplemente dejarlo todo y salir pitando. No sé si llegaré a un desierto, pero a veces he querido encontrar mi propio París, Texas.

Más información en Wim Wenders.com, Miradas de cine y en esta curiosa página creada por fans de la película, donde podréis encontrar de todo.

4 comentaris:

Amparo ha dit...

Pues sí , había acertado ( era la de Cannes del 84) .Solamente ví el primer video que has colgado: el hombre en medio del desierto con su botella de agua.
Sobre las fugas , cuando huímos en realidad lo hacemos no para huír de algo o de alguien sino para hacerlo de uno mismo.... sin embargo los fantasmas siempre nos persiguen .Os lo dice una que ha huído alguna que otra vez.

Begonya Mezquita ha dit...

Un diumenge de pluja molt profitós, pel que sembla. Gràcies, JR, per fer que em retrobe amb Wenders. París-Texas no em va deixar tanta marca com a tu al coll, però, anys més tard, he seguit aquest director genial i vaig decidir que una de les meues pel·lis favorites seria "Cel sobre Berlín", el desig que un àngel té d'ésser humà.
M'has tocat el punt feble, col·lega, quan parles de la fugida de les insensateses de la joventut, perquè aquests dies crec que estic pujant a un tren veloç que no té bitllet de tornada i el vertigen que em suposa ser definitivament adulta s'apodera del meu esperit, del meu estòmac, del meu jo actual, que no sé ben bé cap a on va. Els alumnes de 2n de bat tremolen perquè arriba les PAU, tu tremoles perquè se t'emporten els dubtes, jo tremole perquè el tren no s'atura... En canvi, els acords anestesiants de l'inici del film que tu ara recordaves, han afegit una tendra pinzellada a tant de tremolor.

Juanra ha dit...

Cuánta razón tienes, Amparo. Huir significa huir de nosotros mismos. Pero a lo mejor buscamos encontrarnos en otra parte. Yo también he huído algunas veces, casi siempre con la mente.
Begonya, la velocidad de tu tren dificultará tu avance (como pasa en las pelis en las que los protas caminan encorvados por el techo de los vagones de un tren a toda velocidad). Pero quizá llegues a la cabina, tires por la borda de un codazo al viejo maquinista, asumas el mando de la locomotora y reconozcas tu rostro joven en los cristales empañados por el vaho que produce el calor irradiado por una caldera repleta de incandescente vida...
"Cielo sobre Berlín"... la tengo pendiente desde hace mucho tiempo. Ha llegado la hora de verla.

Jose Manuel ha dit...

Yo también he visto "Cielo sobre Berlín", aunque no "París, Texas". Si alguien la tiene que me la pase, plis.