diumenge, 1 de juny del 2008

Dos poemas y uno de propina

Este año el Concurso Literario del IES la Serranía ha tenido un índice de participación más que aceptable. Ante la carencia de medios de difusión tradicionales de los textos, y respondiendo al aluvión (bueno, 3 o 4 personas han mostrado público interés) por leer los poemas, aprovecho este canal tan variopinto para publicar alguno de los poemas que se presentaron a concurso. Alguno de ellos fue incluso premiado. La verdad es que no había mucho donde elegir en esta categoría (la de poesía para profes, personal no docente y padres).
Los autores de los poemas me han pedido que los mantenga en el anonimato y que sus textos, que amablemente me cedieron para revitalizar el concurso, aparezcan firmados con mi nombre. Soy, por tanto, un mero editor, aunque la amistad que me une desde siempre con los autores, me proporciona una sensibilidad especial ante el jucio del público. Son tres hombres muy diferentes: un camionero marroquí de Losa del Obispo (autor de "Azul montañoso"), un vendedor de cupones interino de la Calle Xàtiva de Valencia (responsable de "Grock") y un poeta fracasado y alcohólico (triple redundancia) de Ruzafa (creador de "El espejo").

AZUL MONTAÑOSO

Caminas por la carretera mojada.

La esperanza te cuelga a la espalda

–Está húmeda pero no deshecha–

La mirada fija en el borde de tus pasos

Perdidos en la línea continua del tiempo blanco.

Trapecista del asfalto:

El infinito termina en las montañas azules,

Pero tú pisas la anchura finita y blanca de lo eterno.

La velocidad pasa silbando por los lados.

La vida aúlla con cantos de sirena.

Serpientes aladas devoran entrañas enfermas.

Y esquivas pieles adheridas a la tierra,

Renegridas por el hambre

Y por las ruedas.

Incrustas tu bastón en el pasado,

Escupiendo hiel por las heridas,

Todavía abiertas, de tus manos.

Dejas atrás lo no vivido:

Puentes colgantes hacia la miseria.

No mires a los lados, ni atrás, ni al frente.

Mira sin ver, distingue el contorno del futuro,

Horizontes de niebla helada,

Escarpadas cumbres de escombros escarchados.

Tropiezas.

Y caes.

Sangre morada surge de las piedras,

Se incrusta en las uñas negras,

Remonta kilómetros de lágrimas

Y envenena el laberinto de cicatrices

de tu alma.

No desfallezcas.

A veces es mejor dejar sangrar una herida

Envenenada,

Que oír como se pudre lentamente,

Con cada hilvanada de carne recién nacida

Pero muerta.

La distancia es siempre de un azul montañoso,

No cambia de color con cada paso.

Nuevas curvas sustituyen a las rectas.

Nunca pierdas de vista las montañas azules,

No des pasos fuera de la línea blanca.

Cuando llegues no me mires.

Mira siempre al infinito.

GROCK

Estoy seguro de que casi todos habrán oído contar la historia del hombre que, desesperadamente enfermo, va a un psicoanalista y le explica que ha perdido el deseo de vivir y que piensa seriamente en el suicidio. El doctor escucha su relato melancólico y luego dice al paciente que lo que necesita es poder reírse a gusto. Aconseja al infeliz que vaya aquella noche al circo y que pase le velada riéndose con Grock, el payaso más divertido del mundo. El doctor resume:

- Después de que haya visto a Grock, estoy seguro de que se sentirá mucho más feliz.

El paciente se pone en pie, mira tristemente al doctor, da media vuelta y se tambalea hacia la puerta. Cuando empieza a abrirla, el doctor dice:

- A propósito, ¿cómo se llama usted?

El hombre se vuelve y mira al psicoanalista con ojos apesadumbrados:

- Soy Grock

GROUCHO MARX: Groucho y Yo

Un payaso en una esquina

Moldea lágrimas de colores con sus manos.

Figuras que cobran vida como recuerdos recién hinchados.

Hipnotiza con sus rombos y sus rizos.

Mientras canta y grita y ríe y llora.

La pintura de su cara enmascara

Su vida, su identidad perdida

En barras pegajosas y culpas dobles con hielo,

En soledades de lata y compañías de pago,

En noches anticipadas y días embargados,

En insultos gritos golpes y ganas de llorar

Con lágrimas descoloridas.

El hambre ensombrece sus ojos cansados

Y rojos, a juego con su nariz postiza.

La pintura forma pliegues en las mejillas:

Cicatrices no borradas, experiencias fallidas,

botellas vacías que acristalan el suelo,

Portazos con sonido de hasta nunca,

Noches frías de cartones y portales,

Hijos olvidados en algún sótano del recuerdo,

Amigos perdidos por dinero y cocaína.

Rostro estriado por los años que fluyen

Como lágrimas heridas.

Sus arrugas sonríen al señor Tengo Prisa con sombrero

Pero llueven las monedas como insultos

Y los pasos golpean como puños en la mesa de cemento.

Empujones perdones pisotones.

Codazos bandazos salivazos

Parejas amigos solitarios

Esquivan con prisa el payaso

–¿Un payaso o un mendigo?–

volviendo la cabeza con desprecio

lanzando alfileres que revientan

Las lágrimas avergonzadas.

Y en la esquina baila con un corte en los labios

Y en la esquina grita con un cuchillo en las manos.

Y en la esquina espera la mirada de un niño,

Y en la esquina escucha a la madre diciendo a su hijo:

“no ves que es un loco”.

Y en la esquina llora como el niño que ha perdido

Sus lágrimas de colores.

No hay nada más triste que un payaso llorando.

EL ESPEJO

Está delante de un espejo: se observan.

Descuelga su mirada de los ojos.

Desciende por el cuello y se detiene

En una mancha en el pecho.

Un agujero negro, presagio de infinito,

Horizonte de incertidumbre.

Lo mira despacio, escrutando

el límite difuso del abismo de carne,

Atravesando la piel hendida hacia adentro…

La mirada empuja el rostro.

El rostro arrastra el resto.

Adentro está oscuro, hace calor, hay silencio.

Paz. Soledad. Miedo.

Un poco más lejos. Fuera de su alcance.

Acurrucado en un pliegue de sí mismo

El ojo piensa en su imagen que le busca.

Presiente la mirada ahí fuera.

Siente el frío del cristal espía.

Tiene miedo de que huya su sombra y le persiga.

Quiere estar solo, pero tiene miedo.

Falta el aire: se asfixia en su propio pecho.

Y además escucha los latidos nerviosos del silencio.

Apenas hay espacio para volver la cabeza.

–La carne ahoga, la oscuridad aprieta–

Ahora está mirando el umbral de luz.

Apenas un punto blanco en la pupila que le mira.

En el exterior, un espejo roto.

En el espejo, pedazos de un hombre

mirando el hueco en su pecho.

En el hueco, un ojo que se mira en un espejo.

Y se reconocen. Y se temen.

3 comentaris:

Amparo ha dit...

Desde luego esta gente ...tanto reclamar los peomas y luego no comentan jajaja.hay mucho curro últimamente así que los perdonaremos.
Qué cantera de escritores tenemos en el insti .Yo soy fans de todos.
Me encantan tus poemas Juanra, Bravo¡¡¡¡¡Premio más que merecido , invitarás a tus compis a una caña paa celebrarlo????
Jose Manuel mañana pasaremos toooooooooda la tarde en el casting jajajaja¡¡

Begonya Mezquita ha dit...

M'ha agradat molt, sobretot, l'últim. Tots tres tenen força, JR sap què diu i com ho diu. Potser si condensara una miqueta i mostrara poemes més curts. No sé, per dir alguna coseta.
Ara falta que poseu el d'Amparo!
M'apunte a la canyeta!

Juanra ha dit...

Invito a una caña, si tú invitas a otra, Amparo. Recuerda que tú eres la flamante ganadora del concurso de relatos...
Transmitiré vuestras impresines a mis tres amigos. Creo que padecen de incontinencia versal.